En un mundo donde más y más gente cae en el pozo de la depresión, esta advocación Mariana viene a oficiar como bastón y ayuda de quienes desean encontrar en el amor a Dios el camino de salida de la tristeza extrema.

Vasijas de barro

Para empezar, podemos encontrar en la Sagrada Escritura varios personajes que atravesaron la angostura del valle o la oscuridad del túnel. Unas veces fue en forma de depresión (Elías en 1 R. 19:1-18; Jeremías, ver Jer. 20). Otras veces en forma de duda (Habacuc, Juan el Bautista); casi siempre con profundas experiencias de soledad y frustración (David, Pablo).

Al descubrir esta larga lista de héroes de la fe pasando por duras pruebas emocionales, nuestros ojos se abren a una gran esperanza: estos hombres y mujeres fueron gigantes en la fe, sí, pero también hombres de carne y hueso « sujetos a pasiones (sufrimientos) semejantes a las nuestras » (Stg. 5, 17).

Y ello es así porque Dios, en su soberanía misteriosa, se vale de vasos de barro, vasijas frágiles, por cuanto « el poder de Dios se perfecciona en la debilidad... porque cuando soy débil, entonces soy fuerte » (2 Co. 12, 9-10).

Un mal moderno por definición, la depresión, nos invade poniendo un vacío que nos distancia de la esperanza y la alegría de ser hijos de Dios. Puede ser clasificada claramente como un desierto espiritual, que el hombre debe aprender a sobrellevar como una cruz que Jesús nos invita a compartir con Él. Vista de este modo, la tristeza o depresión adquieren un valor espiritual inmenso, porque nos unen con la angustia que el Señor sufrió en el Getsemaní, la noche en que iba a ser traicionado y entregado. Jesús mirará con agrado nuestra ofrenda, y nos sacará a la luz de la esperanza cuando nuestra alma esté lista para recibir Su Gracia.

De este modo, La Madonna del Pozzo es la perfecta intercesora con Aquel que, todo amor, nos espera con los Brazos abiertos para ser nuestro motivo de alegría y esperanza, fe y amor. María es, una vez más, el camino más corto y simple para reencontrarnos con Jesús.

La Madonna del Pozzo o Nuestra Señora del Pozzo

El origen de la devoción a la Advocación Mariana de La Madonna del Pozzo se remonta al siglo XIII, en la Roma de la Edad Media. La tradición indica que alguien arrojó, voluntariamente, una imagen de María realizada sobre una pieza de piedra dentro de un pozo cisterna o pozo con agua. El profundo hoyo se encontraba ubicado en el establo de la residencia de un Cardenal en las inmediaciones de Roma.

En la noche entre el 26 y el 27 de septiembre del año 1256 se produce el prodigioso hecho de que el agua empieza a brotar con tal fuerza desde el pozo, que eleva a la superficie la imagen de la Virgen retratada en piedra. Los testigos advirtieron no solo el fluir violento del agua sino de modo mucho más resaltable, que se elevaba a la superficie la piedra con la imagen de la Virgen. El hecho fue inmediatamente reconocido como un milagro, al punto que el propio Pontífice realizó una procesión hasta el lugar de los hechos. Desde entonces esta advocación de María es conocida como la Señora del Pozo, o la Madonna del Pozzo.

En la actual Iglesia-Santuario esta imagen es venerada en una Capilla, donde muchos fieles se acercan cotidianamente para beber el agua del antiguo pozo, que luego de tantos siglos sigue brotando.

El contiguo convento de los Siervos de María fue abierto en el año de 1513, que era anteriormente convento de la Observancia y después de Mantua. Desde el año 1803 forma parte de la Provincia de Romaña, hoy Provincia de Piemonte-Romaña de los Siervos de María. Los sacerdotes servitas custodian este santo lugar, señalado por la Gracia de Dios.

Oración

Madonna del Pozzo, luz de luz, alegría de alegría, esperanza de los tristes, amor de los afligidos, consuelo de los pobres de espíritu, linterna que alumbra las noches de oscuridad. Danos tu luz, omnipotencia suplicante, elévanos en la oración, sujetos a tu calcañal, humildes en la espera, firmes en la confianza, entregados a tu Maternidad Divina. Tú, Señora de la Alta Gracia, llévanos a tu Hijo, Jesús, ábrenos al Divino Espíritu de Amor, enséñanos a conocer el Amor del Padre. Que tu luz sea nuestra luz. Que tu amor sea nuestro amor. Que tu esperanza sea nuestra esperanza. Que tu fe sea nuestra fe. Madonna del Pozzo, serena nuestros corazones, para que, unidos a tu Inmaculado Corazón y con la alegría de ser tu fiel reflejo, seamos capaces de unirnos a tu santa corredención. Amén

Oración Tradicional

Oh María, Hija, Esposa y Madre de Dios, Abogada, Esperanza y Refugio de los pecadores, Salud de los enfermos, Consuelo de los afligidos, Madre de Piedad, de la Gracia y de la Misericordia: Yo, miserable pecador e hijo indigno vuestro, como un ciervo herido, corro sediento al admirable Pozo de Tus gracias. ¡Tú, mi querida Madre, que eres la fuente de poder del Padre, el inmenso mar de los méritos de Tu Hijo, Prodigioso Canal de los dones del Espíritu Santo, refresca mi sed, riega mi corazón marchito y entristecido por esta necesidad! Sin tu ayuda me quedaría sumergido en las profundidades de mis desgracias, siempre estaría infeliz, me precipitaría en la horrible boca del infierno. Vuelve a mí tus ojos misericordiosos y responde a mis súplicas. Suaviza mis lágrimas, no me abandones en mis muchas necesidades; confortado por el agua prodigiosa de Tu admirable Pozo, en todo lo relacionado con mi espíritu y el cuerpo, lo temporal y eterno, pueda también después de esta vida mortal, ir a darte las gracias, bendecirte y disfrutar en el cielo para siempre jamás: Madre mía, María, hacerlo, y que así sea.