El pasado 05 diciembre 2022 fue presentado en Roma (Italia) el libro titulado "Una encíclica sobre la paz en Ucrania" (Ediciones Tierra Santa), escrito por el periodista Francisco Antonio Grana, a petición del Papa Francisco. La reciente publicación hace una recopilación de los mensajes pronunciados por el Papa Francisco en relación a la guerra entre Rusia y Ucrania.  

Una encíclica sobre la paz en Ucrania"Fue el Papa quien quiso este libro – subraya el editor, Francesco Antonio Grana –, quiso que se titulara así y que tuviera una resonancia mundial, porque el Pontífice quiere que sus llamamientos a la paz en Ucrania no se pierdan, sino que queden como testimonio de su compromiso con su mediación personal y la de la Santa Sede en lo que esperamos sea una paz rápida".

El pontífice argentino nos dice en la introducción del libro: "Este libro es una especie de diario de guerra que ofrezco a los lectores con la esperanza de que muy pronto se convierta en un diario de paz y, sobre todo, en una advertencia para que no se repitan más monstruosidades similares"

Desde el inicio de la guerra en Ucrania el Sumo Pontífice nos ha pedido que no veamos la guerra como algo lejano. El 15 de junio 2022 al terminar la audiencia general nos dijo: "No olvidemos al pueblo martirizado de Ucrania en guerra. No nos acostumbremos a vivir como si la guerra fuera algo lejano. Que nuestro recuerdo, nuestro afecto, nuestra oración y nuestra ayuda vayan siempre hacia este pueblo que está sufriendo tanto y que está llevando adelante un verdadero martirio"

Pero ¿por qué se producen las guerras?, ¿Por qué tanta maldad? 

Las guerras son un negocio muy lucrativo para los grandes financieros, su origen siempre está relacionado con el control político de un territorio, (como es el caso entre Rusia y Ucrania), control de la población, control de recursos naturales, control económico… Aquí vemos que el común denominador es la palabra "control", el control que ejercen unas cuantas personas que no están interesadas en la paz y la justicia, sino que sus intereses son puramente económicos y políticos. 

"Quien hace la guerra olvida a la humanidad. No parte de la gente, no mira la vida concreta de las personas, sino que antepone a todo, los intereses de parte y de poder. Confía en la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios." Papa Francisco, (Angelus, 27 de febrero 2022)

¡No más guerra! Es la paz, la paz, la que debe guiar el destino de los pueblos y de toda la humanidad". Estas memorables palabras de Pablo VI fueron pronunciadas en la fiesta de San Francisco de Asís dirigidas a los representantes de los 117 países que integraban la ONU, el 4 de octubre de 1965.

Han pasado 57 años desde que se pronunciaron estas palabras, y ¿qué ha cambiado? Me atrevo a decir que lo único que ha cambiado es el nombre del país en guerra. Según datos proporcionados por Zenit.org (Agencia de información internacional del Vaticano), actualmente hay al menos 25 conflictos armados en el mundo, de dimensiones variables, pero con consecuencias comunes: muertes y sufrimiento entre población inocente. 

En una guerra no sólo los soldados son víctimas, es todo un pueblo. Un pueblo que pierde su libertad, que es conducido como el cordero al matadero, sin poder defenderse. Dentro de las muchas consecuencias que surgen de un conflicto armado se encuentran: el hambre y la pobreza, daños físicos y psicológicos permanentes, miedos sociales… Las personas que experimentan una guerra viven en constante amenaza, además de sentir que su vida siempre corre peligro y la de sus seres queridos.

El sufrimiento que vive la población de un país ante la guerra es inmenso. Este libro: « Una encíclica sobre la paz en Ucrania », añade Grana, « está dirigido a rusos y ucranianos y, sobre todo, a las autoridades del mundo, que están inmersas en una difícil negociación que pugna por despegar. Pero el Papa no pierde la esperanza. Al principio y al final de la obra -confiesa el periodista- me repitió que está convencido de que este libro hará mucho bien. Esperemos que realmente sea así ».

« Nadie puede acusar al Papa de no haberse comprometido de forma inmediata y personal con la paz en Ucrania.  Hasta el punto de que, al día siguiente de la invasión rusa, Francisco, en un gesto absolutamente inédito y sorprendente, acudió a la Embajada de Rusia ante la Santa Sede en un intento de ponerse rápidamente en contacto con el presidente Vladimir Putin, que había sido recibido por él en tres ocasiones en audiencia privada en el Vaticano. Un intento concreto de poner fin de inmediato a la violencia que el Papa ha definido reiteradamente como insensata y blasfema. Desgraciadamente, hasta ahora ha faltado el diálogo ». Francisco Antonio Grana 

Como hemos visto, el Papa Francisco desde el primer día de la invasión rusa nos ha exhortado a no ser indiferentes ante el dolor ajeno, a no ver una guerra como algo normal, nos invita a orar constantemente por el pueblo ucraniano, así como por la conversión de quienes dirigen ese conflicto. 

Oh, Dios, Creador del universo,

que extiendes tu preocupación 

paternal sobre cada criatura

y que guías los eventos de la historia

a la meta de la salvación;

nosotros reconocemos tu amor paternal,

que a pesar de la resistencia de la humanidad

y, en un mundo dividido por la disputa

y la discordia, Tú nos preparas para la

reconciliación.

Renueva en nosotros las maravillas de tu

misericordia; envía tu Espíritu sobre nosotros,

para que él pueda obrar en la intimidad de

nuestros corazones; para que los enemigos

puedan empezar a dialogar; para que los

adversarios puedan estrecharse las manos;

y para que las personas puedan encontrar

entre sí la armonía.

Para que todos puedan comprometerse en la búsqueda sincera de la verdadera paz;

para que se eliminen todas las disputas,

para que la caridad supere el odio, 

para que el perdón venza el deseo de venganza. 

Señor, Dios de Abraham y los Profetas, Dios amor que nos has creado y nos llamas a vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz; danos la capacidad de mirar con benevolencia a todos los hermanos que encontramos en nuestro camino. 

Oración de San Juan Pablo II (pronunciada el Día Mundial por la Paz, 1 de enero del 2002)