Del 13 de mayo al 13 de octubre de 1917, María se apareció a tres niños, Jacinta Marto, Francisco Marto, y a su prima Lucía dos Santos. Jacinta, quien murió el 20 de febrero de 1920 a la edad de 9 años, y Francisco, quien murió el 4 de abril de 1919 a la edad de 10 años, fueron canonizados por el Papa Francisco el 13 de mayo de 2017, exactamente cien años después de la primera aparición de Nuestra Señora. Lucía murió el 13 de febrero de 2005, a la edad de 97 años; su proceso de beatificación está en curso.

El mensaje de la virgen María, en Fátima, es simplemente el mismo que en el Evangelio: conversión, oración y penitencia. Durante su primera peregrinación a Fátima el 13 de mayo de 1982, San Juan Pablo II declaró: « Si la Iglesia ha aceptado el mensaje de Fátima, es sobre todo porque contiene una verdad y una llamada que, en su contenido fundamental, son la verdad y la llamada del Evangelio mismo ». Conviértete (haz penitencia) y cree en el Evangelio » (Mc 1, 15): estas son las primeras palabras que el Mesías dirigió a la humanidad ». Y estas son también las palabras de la virgen María en Fátima.

En su homilía para la beatificación de Jacinta y Francisco Marto en Fátima el 13 de mayo de 2000, San Juan Pablo II declaró: « En su solicitud maternal, la Santísima Virgen vino aquí, a Fátima, (Portugal) para pedir a los hombres que ya no ofendan a Dios, Nuestro Señor, que ya ha sido muy ofendido. Es el dolor de una madre lo que la obliga a hablar; el destino de sus hijos está en juego. Por eso pide a los tres pastorcitos: Oren, oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores: tantas almas terminan en el infierno porque nadie reza o se sacrifica por ellas ».

La consagración de Rusia

Entre las peticiones hechas por Nuestra Señora en Fátima, varias están dirigidas a todos los fieles (como veremos más adelante), pero una en particular fue dirigida al Santo Padre, así como a todos los obispos del mundo: la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón.

Durante la aparición del 13 de julio de 1917, los tres jóvenes pastorcitos tuvieron derecho a una visión del infierno, donde se encuentran los demonios y todos los condenados. Lucía escribió: « Ella nos hizo ver un océano de fuego... y, sumergidos en este fuego, había demonios y almas como brasas negras y transparentes... en medio de gritos y gemidos de dolor y desesperación que asustaban y hacían temblar de miedo ». Nuestra Señora les dijo entonces:

« Han visto el infierno, a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlos, Dios quiere establecer la devoción a mi Inmaculado Corazón en todo el mundo. Si hacen lo que les voy a decir, muchas almas serán salvadas y tendremos paz. La guerra terminará. Pero, si no dejan de ofender a Dios, bajo el pontificado de Pío XI comenzará otra aún peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que esta es la gran señal que Dios os da, de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, el hambre y la persecución contra la Iglesia y el Santo Padre.

 « Para evitar esta guerra, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados. Si mis demandas son aceptadas, Rusia se convertirá y tendremos paz; de lo contrario, extenderá sus errores por todo el mundo, provocando guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán destruidas.

« Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia, que se convertirá, y se concederá al mundo algún tiempo de paz. »

La Santísima Virgen, nuestra madre del cielo, viene a ser una luz, en medio de las sombras de la historia humana. Nos recuerda la promesa de la Misericordia Divina, « Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo » (Mt, 28:20). 

En un mundo lleno de conflictos y desesperanza, sus palabras nos anuncian el Evangelio, conversión, penitencia y oración.

Después de las apariciones de 1917, Lucía se convirtió en monja y continuó recibiendo apariciones celestiales. El 13 de junio de 1929, Nuestra Señora, acompañada de la Santísima Trinidad, reapareció ante Sor Lucía en Tuy, España. Así es como la Hermana Lucía relata el hecho en sus memorias:

« Nuestra Señora me dijo: ¡Llegó el momento en el que Dios pide al Santo Padre hacer, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio! Son tantas las almas que la Justicia de Dios condena por pecados cometidos contra mí, que vengo a pedir reparación: sacrifícate por esta intención y ora. »

En una carta fechada el 18 de mayo de 1936, Lucía dio las razones de esta consagración: « Le pregunté [a Nuestro Señor] por qué no convirtió a Rusia sin que Su Santidad hiciera esta consagración: — "Porque quiero que toda mi Iglesia reconozca esta consagración como un triunfo del Inmaculado Corazón de María, para luego extender su culto y lugar, junto a la devoción a Mi Divino Corazón, la devoción a este Inmaculado Corazón."

Consagraciones del pasado

Varios papas, en el pasado, han tratado de cumplir con esta petición de Nuestra Señora, pero siempre faltaba un elemento: o no se mencionaba el nombre de Rusia, o esta consagración no se hacía en unión con todos los obispos de todo el mundo. Por ejemplo, en su carta apostólica Sacro vergente anno del 7 de julio de 1952, el Papa Pío XII consagró a los pueblos de Rusia al Inmaculado Corazón de María, pero no ordenó a todos los obispos católicos que se unieran a él en un acto público. (Tenga en cuenta que Pío XII fue consagrado obispo el 13 de mayo de 1917, el mismo día en que María se apareció por primera vez en Fátima). El 31 de octubre de 1942, Pío XII había consagrado al mundo entero al Inmaculado Corazón de María, pero sin mencionar a Rusia, teniendo un efecto positivo: hubo un cambio espectacular de la guerra. La hermana Lucía confirmó que este feliz cambio era el fruto de esta consagración. 

El 28 de febrero de 1943, poco después de la consagración, escribió a su confesor, monseñor Manuel Ferreira da Silva: « El Buen Señor ya me ha mostrado su satisfacción con el acto, aunque incompleto según su deseo, llevado a cabo por el Santo Padre y por varios obispos. Promete, a cambio, poner fin a la guerra pronto ».

El 24 de marzo de 1984, el Papa Juan Pablo II consagró, en la Plaza de San Pedro de Roma, el mundo entero a María Santísima. Solicitó a todos los obispos del mundo por medio de una carta, a que se unieran a él al mismo tiempo en este gesto. La consagración fue realizada frente a la imagen peregrina traída especialmente de Fátima.

« ¡Oh, Madre de los hombres y de los pueblos! Tú que conoces todos sus sufrimientos y sus esperanzas, Tú que sientes maternalmente todas las batallas entre el bien y el mal, entre la luz y la oscuridad que afligen al mundo moderno, acepta nuestra súplica que dirigimos a tu corazón, movidos por el Espíritu Santo, nos dirigimos directamente a tu corazón: abraza con amor de Madre este mundo nuestro que te confiamos y consagramos, llenos de preocupación por el destino terrenal y eterno de los hombres y de los pueblos.

« De un modo especial te confiamos y consagramos aquellos hombres y aquellas naciones, que de esta entrega y de esta consagración tienen particular necesidad. Bajo Tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios, No desprecies nuestras súplicas, que estamos en momentos de prueba. » 

Aunque no mencionó específicamente a Rusia, Juan Pablo II agregó estas palabras a la consagración: « Illumina especialmente a los pueblos de los que tú esperas nuestra consagración y nuestro ofrecimiento. » Juan Pablo II confió unos meses más tarde al cardenal Paul Josef Cordes, quien le preguntó por qué no había hecho mención específica de Rusia durante esta consagración, que esta era realmente su intención, pero que, en el último minuto, los diplomáticos le aconsejaron que no lo hiciera.

La Hermana Lucía añadirá que Dios aceptó esta consagración con agrado, pues dio buenos frutos: por ejemplo, el 13 de mayo de 1984, se produjo un incendio en la base naval de Severomorsk, en la península de Kola en Rusia, base de la flota soviética del Norte. Esto fue seguido por una serie de explosiones que destruyeron por completo las instalaciones y las existencias de municiones, así como cientos de científicos y técnicos. Esto se produjo en un momento en que la URSS estaba considerando un ataque nuclear preventivo contra la OTAN, después de la crisis de los euromisiles. Un historiador militar, Alberto Leoni, dice: « Sin esta base de misiles que controlaba el Mar del Norte, la URSS no tenía ninguna posibilidad de victoria ». Cinco años más tarde, el 9 de noviembre de 1989, fue la caída del Muro de Berlín, seguida el 25 de diciembre de 1991 por la disolución de la Unión Soviética. La bandera comunista fue izada por última vez desde el Kremlin en Moscú.

Consagración de Portugal

Otra señal de que la consagración de un país a la virgen María siempre tiene un efecto positivo: después de la señal en el cielo la noche del 26 al 27 de enero de 1938, Sor Lucía entendió que la guerra anunciada por Nuestra Señora en su mensaje del 13 de julio de 1917 estaba cerca. El 6 de febrero de 1939, siete meses antes de la declaración oficial de guerra, sor Lucía escribió al obispo Da Silva para anunciarle la inminente guerra que se aproximaba. Y añadió un punto crucial: Portugal se salvaría debido a la consagración nacional hecha por los obispos al Inmaculado Corazón de María.

El 13 de mayo de 1931, todos los obispos portugueses habían consagrado Portugal al Inmaculado Corazón de María, consagración que renovaron el 13 de mayo de 1938. La predicción de Sor Lucía se hizo realidad al pie de la letra: ningún soldado portugués participó en las hostilidades y ningún ejército extranjero ocupó temporalmente Portugal. Mientras que toda Europa sufrió cinco años de guerra aterradora, sólo Portugal permaneció en paz.

 La consagración del 25 marzo de 2022

Ahora llegamos a la consagración hecha por el Papa Francisco el 25 de marzo de 2022. (Ver páginas 9 a 11.)  Esta consagración, ¿Responde a las peticiones de Nuestra Señora de Fátima? Si observamos las peticiones de Nuestra Señora punto por punto, mencionadas por Lucía en 1917 y 1929, solo podemos responder que sí. 

X Es una consagración solemne;

X Se menciona específicamente a Rusia;

X Es una consagración no sólo a María, sino a su Inmaculado Corazón;

X Esta consagración se realizó en unión con todos los obispos del mundo;

X Fue pronunciada por el Papa y todos los obispos el mismo día, y en la medida de lo posible, al mismo tiempo.

En las peticiones de Nuestra Señora de Fátima, también se habla de un acto de reparación y comunión reparadora los primeros sábados de cada mes, pero se trata de peticiones dirigidas no sólo o específicamente al Santo Padre y a los obispos, sino a todos los fieles. Recordemos las palabras de Nuestra Señora el 13 de julio de 1917: "Para evitar esta guerra, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón Y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si escuchan mis peticiones, Rusia se convertirá y tendremos paz".

La parte que debe ser cumplida por los fieles

Con la consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María el 25 de marzo de 2022, el Santo Padre ha cumplido, si podemos decirlo así, su parte del « contrato », ahora corresponde a los fieles laicos, a todos los bautizados, hacer su parte, la comunión reparadora de los primeros sábados de cinco meses consecutivos. 

De hecho, la paz mundial depende no sólo de la respuesta del Papa, sino también de nuestra propia respuesta. Como señaló el Papa Francisco en su homilía antes de la consagración del 25 de marzo, « si queremos que el mundo cambie, nuestros corazones primero deben cambiar ». Y es por esta razón que el Papa Francisco, en su acto de consagración, no incluye sólo a Rusia, sino a todos los seres humanos: todos deben consagrarse al Inmaculado Corazón de María, tal como es la voluntad de Dios.

El propósito principal de las apariciones de Fátima es la salvación de los pecadores a través del establecimiento en el mundo de la devoción al Inmaculado Corazón de María. El 13 de junio de 1917, Nuestra Señora dijo a los tres pequeños videntes: « Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. A aquellos que abracen esta devoción, les prometo la salvación. Estas almas serán amadas por Dios, como flores colocadas por Mí para adornar Su trono. » La petición se repitió casi palabra por palabra el 13 de julio de 1917. 

Entre las peticiones hechas por Nuestra Señora en Fátima, cuatro están dirigidas a cada uno de nosotros: el rezo diario del Rosario, no volver a ofender a Nuestro Señor, la comunión reparadora de los primeros sábados del mes y los sacrificios por la conversión de los pecadores. El mensaje de la virgen María a los tres niños: « Oren mucho y hagan sacrificios por los pecadores, porque muchas almas van al infierno porque no tienen a nadie que se sacrifique y ore por ellos ». 

Muchos probablemente rezan el Rosario, o Rosario de la Virgen María, pero pocos han oído hablar de la comunión reparadora de los primeros sábados, parte integral de las peticiones de Nuestra Señora en Fátima. 

El 10 de diciembre de 1925 fiesta de Nuestra Señora de Loreto, la Santísima Virgen se apareció a Lucía. En aquel momento, la religiosa estaba en el convento de Pontevedra cuando se le apareció la Virgen. Pero esta vez la virgen no llegó sola, sino que llegaba acompañada por Jesús, que aparecía en forma de niño.

 La Virgen María dijo a Lucía: « Mira, hija mía, mi corazón rodeado de espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes, tú, al menos, procura consolarme y di que, todos aquellos que durante cinco meses seguidos, en el primer sábado, se confiesen y reciban la Santa Comunión, recen el Santo Rosario y me hagan 15 minutos de compañía meditando en los misterios del Rosario, con el fin de desagraviarme, yo prometo asistirlos en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para su salvación ».

Escuchemos y pongamos en práctica las peticiones de nuestra Madre Celeste, para obtener la paz en el mundo, la paz en el corazón de cada ser humano, seguros de que la promesa que María hizo en Fátima ciertamente se cumplirá: "Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará". Este es el deseo de Dios.