Palabras alentadoras del Cardenal Agre en nuestro Congreso y en el Sínodo

Su Eminencia vino por primera vez a Rougemont en junio de 2008, con motivo del Congreso Eucarístico Internacional en la Ciudad de Quebec y también asistió a una semana de estudios sobre el Crédito Social (que ha sido publicado en un libro llamado Cursillo de la aplicación de la DSI en economía). Él volvió en septiembre del mismo año para nuestro Congreso anual y vino por tercera vez este año en septiembre, para nuevamente asistir a nuestro Congreso anual, que fue precedido por otra semana de estudio con las 10 lecciones sobre el Crédito Social.

Desde su primera visita a Rougemont, el Cardenal Agre nunca ha perdido una oportunidad de hacernos conocer con otros obispos, sacerdotes, y otras personas en lugares prominentes. Fue el Cardenal Agre quién nos pidió invitar a los cuatro arzobispos que vinieron y todos ellos públicamente agradecieron a Su Eminencia por haberles traído a Rougemont y haberles hecho descubrir la luz del Crédito Social. A continuación, las palabras del Cardenal que fueron dirigidas en Rougemont el viernes, 4 de septiembre, en la conclusión de nuestra semana de estudio:

Mis queridos amigos, esta no es la primera vez que vengo aquí — incluso es la tercera vez — pero es siempre con mucho gusto porque aquí descubrí escuchándoles y mirando a tantas personas importantes como ministros, obispos y arzobispos; que la esperanza es permitida, porque no es posible que sigamos teniendo una cuerda alrededor de nuestro cuello durante muchos años (el yugo de la deuda). El mismo escenario está en todas partes, pero, de repente, alguien (Louis Even) nos dice: "descubrí una luz (El Crédito Social)."

Cuando miramos esta luz, después de leer, mirar y escuchar las experiencias de todas partes — de Suiza, Polonia, Canadá, de la gran isla de Madagascar y muchos otros — comenzamos a soñar. ¡Y este sueño no es una utopía! Este sueño es algo que es concreto: ¡llegaremos!... Soy feliz de ver a la gente joven; ¡la gente joven traerá la victoria, que está asegurada!

Cuando el Sr. Marcel Lefebvre vino a Costa de Marfil alborotó tanto el entusiasmo; muchas personas habían leído las 10 lecciones (sobre el Crédito Social). Era la gente joven quien hablaba de ello con el mayor entusiasmo. Yo hice que al menos treinta adultos leyeran este libro (las 10 Lecciones en el crédito social). Una de estas personas era el presidente de la Asamblea Nacional de Costa de Marfil. Él me agradeció y me dijo: ¡"tendremos la ocasión para hablar sobre esto en profundidad, porque esto es una pastilla de esperanza!"

No debemos desalentarnos. Desde que vine aquí (a Rougemont) hubo muchos cambios de mentalidad y estas revoluciones seguirán pasando, iremos muy lejos. He aquí lo que tengo que decirles. No se sienten allí y digan: ¡"ah, eso nunca pasará …" Esto viene ya! Y al final del túnel, al mismo final, hay Alguien que está parado, quién es tan luminoso como en el Monte Tabor: ¡Su nombre es Jesucristo y gracias a Él, iremos con la Virgen María al banquete!

Asesinos financieros

Después del Congreso, el Cardenal Agre siguió extendiendo nuestro mensaje. Por ejemplo, aquí está lo que dijo en Roma el 9 de octubre, en el Sínodo de Obispos para África:

Como cualquier país organizado, las naciones jóvenes de África, Sudamérica, etc.... tuvieron que pedir préstamos a bancos internacionales y otras entidades financieras para poder realizar muchos proyectos para su desarrollo. Muy a menudo no somos lo bastante sospechosos de nuestros ineptos líderes políticos. Ellos cayeron en la trampa de aquellos que la gente que conoce sobre esto les llaman "asesinos financieros" (gángsters económicos), chacales patrocinados por organismos en el mercado de subterfugio (evasivo) apuntando al enriquecimiento de organizaciones financieras internacionales diestramente apoyadas por sus estados u otras instancias ahogadas en el complot de silencio y mentiras.

Las ganancias asombrosas van para los asesinos financieros, a las multinacionales, así como a algunos ciudadanos poderosos quiénes actúan como pantallas de los negociadores extranjeros. Así la mayoría de ciudadanos siguen ahogándose en la pobreza y la frustración que esto genera.

"Los asesinos financieros," los portadores de la financiación pletórica (de abundancia), se organizan con sus compañeros locales de modo que las grandes sumas prestadas con el interés compuesto nunca puedan ser reembolsadas rápidamente o completamente. Los contratos de ejecución y mantenimiento son con regularidad adjudicados, bajo la forma de monopolio, a los prestamistas de una nación. Los países que se "benefician", hipotecan sus recursos naturales. Los habitantes, de generación en generación, son encerrados y mantenidos prisioneros durante muchos años.

Para poder reembolsar estas amenazantes e inagotables deudas, como la espada de Damocles sobre las cabezas de los estados, "el servicio de deudas" agobia pesadamente en el presupuesto nacional, al son del 40 a 50 % del Producto Interno Bruto.

Así amarrado, el país tiene problema de respirar; debe apretar su cinturón a las inversiones, a los gastos necesarios para la Educación, Salud, y de desarrollo en general.

Además esta deuda se hace una pantalla política para no satisfacer peticiones legítimas, con su desfile de frustraciones, problemas sociales, etc.... La deuda pública se parece a una enfermedad programada por especialistas dignos de tribunales que juzgan delitos contra la humanidad, que confabulan demoníacamente para suprimir a poblaciones enteras. John Perkins (en su libro "Confesiones de un Gangster Económico) describió muy bien lo que está detrás de la ayuda internacional: que nunca es eficaz en términos de desarrollo durable. El problema clave hoy en día es la carencia del deseo, de la voluntad para abolir toda esclavitud.

Las generaciones honestas de jóvenes en ciertos países desarrollados y aquellos en países del Tercero Mundo, se han dado cuenta que cambiar el mundo, sus mitos y fantasías, es un proyecto realista y posible. Algunas ONGs surgen para proteger el ambiente material y defender los derechos de pueblos oprimidos.

Para la Iglesia,  luz del mundo, que desempeña su papel profético, ella debería comprometerse concretamente en esta lucha con miras al descubrimiento de la verdad. 

Los expertos han sabido durante años que la mayor parte de las deudas han sido reembolsadas con eficacia. El anularlas pura y simplemente no es ya un acto de caridad, sino uno de justicia.

Así el Sínodo de hoy debería ser capaz de poner este problema en consideración, este problema de la cancelación de las deudas que agobian pesadamente a la población.

Para que esto no sea un capricho simplemente sentimental, mi proposición es que tome este expediente una comisión internacional formada de expertos de las altas finanzas, sacerdotes informados, hombres y mujeres del Norte y del Sur. Esta Comisión sería confiada con la triple misión de:

  1. Estudiar la viabilidad de la operación, porque es obvio que no es uniforme en todas partes.
  2. Tomar todas las medidas posibles para no caer en las mismas situaciones otra vez.
  3. Vigilar firmemente el uso transparente de sumas, ahorradas y usadas con eficacia para todos los elementos de la pirámide social entera: rural y ciudad. Evitar caer otra vez en esta maná jugosa del siglo sería beneficioso tanto para pueblos locales como para extranjeros.