Confiar en un Partido Político es un delirio

La implementación del Crédito Social constituiría una verdadera democracia: democracia económica, haciendo que cada consumidor sea capaz de ordenar de la producción del país las necesidades básicas de la vida; democracia política, siempre que la gente les haga conocer a sus representantes elegidos, a sus gobiernos, qué es lo que ellos esperan y exigir resultados. (Demos, gente; kratein, reinar. – Democracia: la soberanía de la gente).

Cualquier persona, incluso apenas informada, conoce muy bien que en la actualidad el poder supremo no es ejercido ni por la gente ni por los gobiernos, sino por un círculo financiero. Los hombres del gobierno como Gladstone, Wilson y muchos otros, así lo declararon de manera explícita.  Mackenzie King prometía en 1935, la más grande batalla de todos los tiempos "entre los poderes financieros que sumen a la gente en la miseria espiritual y material y esta misma gente". Una batalla en la cual no se involucró, sin duda porque él consideró que los poderes financieros son muy fuertes y la gente es muy débil.

Indudablemente la gente es débil; y es comprensible que ellos sean débiles cuando, en primer lugar, no conocen nada acerca de asuntos públicos y qué es lo que encuentra detrás de las escenas; débiles, en segundo lugar, cuando en lugar de enseñarles acerca de estas cosas, aquellos que se encuentran dirigiendo esos asuntos, los dividen en facciones políticas que se encuentran peleando unos contra otros. No se trata de una facción más que crearía unidad, la unidad que lograría su fortaleza, en lugar de la división que aumenta sus debilidades.

C. H. Douglas, un hombre de genio, fue quien descubrió la gran verdad de lo que es el Crédito Social; fue él quien fundó el colegio de Crédito Social. Con certeza él supo mejor cuál era el significado de Crédito Social en lo que se refiere a la democracia, que aquellos pequeños compañeros de nuestra tierra a quienes les gustaría hacer del Crédito Social el instrumento de su carrera al poder, o por lo menos una plataforma para sus cuestiones en la búsqueda de un asiento en el Parlamento.

Douglas, declaró, en un discurso que pronunció en Newcastle, en marzo 19 de 1937, que existen en Inglaterra dos obstáculos importantes a la verdadera democracia, y el primero de estos obstáculos es el sistema de los partidos políticos.

Lo mismo va para Canadá, y la solución no consiste en alimentar el sistema de los partidos, sino en debilitarlos. Es decir, conseguir que los partidos existentes se vuelvan inofensivos, no a través de otra división dentro de la gente, sino por el contrario, por medio de la unión de los ciudadanos, de todos los ciudadanos, sin distinciones de partido, de expresar su voluntad común a sus Miembros del Parlamento, sean quienes fueren estos, y sean cuales fueren sus colores políticos. Poner énfasis en lo que sucede entre elecciones, cuando el destino de los ciudadanos está en juego.

Unir a los ciudadanos. Y para esto, empezar por hacerles entender que todos ellos desean las mismas cosas fundamentales; luego convencerles que deben insistir juntos a fin de lograr lo que todos quieren, de esta manera ellos inevitablemente lo lograrían. Fue también Douglas quien, en otra ocasión, en Liverpool en octubre 30, 1936, dijo:

"La soberanía de la gente, es decir, su habilidad efectiva para dar órdenes, se vería incrementada con su unanimidad, y si toda la gente deseara un resultado uniforme no existiría posibilidad de partidos políticos, y no existiría resistencia a sus demandas."

Nos parece a nosotros que esta es una muy buena línea de conducta, perfecta para mantener el sentido común.

Uno nunca estaría en capacidad de conseguir que todos estén de acuerdo alrededor de una urna electoral. Pero muy bien se podría conseguir que todos estén de acuerdo con los resultados a solicitar de los políticos, si se logra que comprendan el punto para establecer estos resultados, en el orden de su universalidad y urgencia: seguridad económica, una suficiente cantidad de bienes para el presente y garantía para el mañana, la libertad religiosa e individual para que cada uno elija su ocupación y estilo de vida. Todo el mundo desea estas cosas; y, como Douglas señala, inclusive aquellos que no las desean para otros, las desean para ellos mismos.

¿Por qué entonces centralizar la atención y voltear las actividades hacia la urna electoral, hacia la cosa que divide, en lugar de aplicarse a uno mismo para unir a todos de una manera efectiva alrededor de las solicitudes sobre las cuales todo el mundo puede estar de acuerdo?

Nunca se obtuvo una reforma importante por medio de la formación de un nuevo partido político. La mayor parte del tiempo, el partido establecido basándose en una reforma principal se muere debido a un fracaso electoral; y si por coincidencia llega al poder, se encuentra con tantos obstáculos que finalmente se queda quieto y no tiene otro objetivo que quedarse en el poder sin hacer nada más que lo que hacen los partidos tradicionales. Para superar los obstáculos, carecía de fortaleza: aquella de la gente suficientemente iluminada, y suficientemente formada en el campo político.

Además, una reforma no resulta de una elección. Resulta de una manera natural y democrática, desde la maduración de una idea clave bien cultivada; resulta de su aceptación, su solicitud, por parte de un suficiente número de gente para crear una voluntad general, expresada sin estar atada a los peligros de los resultados electorales.

El Crédito Social ingresará a la legislación de un país cuando se haya convertido en el objeto de una solicitud general, bien ratificada de manera que todos los partidos políticos les darán la bienvenida a sus respectivos programas. Confinarla en un partido político es vincular su destino al destino electoral de ese partido. Y esto puede significar retroceder en lugar de adelantar. Así, en Nueva Zelanda, el partido llamado "Crédito Social", que obtuvo 11 por ciento de los votos en las elecciones de 1954, obtuvo únicamente el 7 por ciento en las siguientes elecciones. Ciertamente, uno podría dar muchas explicaciones de esta caída; únicamente servirían para probar que para atar el destino del Crédito Social a la urna electoral no hay que poner la causa del Crédito Social en un tren no muy confiable.

Una nueva idea se extiende a través de propaganda, toma raíces a través del estudio. Mientras más nueva la idea y mayores sus repercusiones, más se propaga e implantan los llamados para esfuerzos, usualmente por el tiempo también, pero siempre por la perseverancia. La causa que extiende esta idea tiene mucha más necesidad de apóstoles que de miembros en los parlamentos.

No existe necesidad de mirar fuera del país, ni de retroceder mucho en la historia, para encontrar las fallas de los partidos que fueron concebidos basándose en una reforma o reformas. La Provincia de Quebec proporcionó muchos ejemplos en menos de una generación.

En todas estas aventuras, los fundadores confiaron en el éxito electoral rápido. La educación política de la gente tenía poca importancia o ninguna en absoluto. De la gente, uno buscó el voto, eso fue todo. Y debido a que el éxito electoral esperado no llegó, detuvieron toda actividad.

Fue el destino de "Action Liberale Nationale". Fue el destino de "Bloc Populaire". Existieron otros pocos intentos también, de menor importancia excepto en las mentes de sus autores.

Los instigadores de los nuevos partidos sin duda consideran que la educación política de la gente tomaría mucho tiempo, si acaso ellos alguna vez pensaron acerca de esto. Un voto rápido parecía ser un método más normal y especialmente, uno más rápido para ellos. El resultado: lápidas, que ni siquiera son visitadas por aquellos que apoyaron estos partidos difuntos. Un buen número de estos señores desde entonces ha permanecido tranquilo bajo las alas de los partidos tradicionales los cuales ellos han denunciado anteriormente elocuentemente.

Uno debe educar, formar religiosamente y robustecer las fortalezas de la gente, para que su peso en los gobiernos exceda la fortaleza de las estructuras de pecado. No es en el parlamento que uno robustece las fortalezas de la gente. Es en donde la gente se encuentra – fuera de los parlamentos. NE. Debemos reconocer que en esta batalla no podemos hacer nada sin la Gracia de Dios. Necesitamos a Dios y a los demás. Es vital comprometerse para que todos los hombres tengan lo mínimo con que vivir.

El Cardenal Sarah, nos recuerda que, desde los primeros tiempos de su historia, la Iglesia busca transformar los corazones para desplazar las fronteras de la miseria. Y que hay una diferencia fundamental entre miseria y pobreza. "En su mensaje anual para la Cuaresma del año 2014, Francisco distinguía la miseria moral, la miseria espiritual y la miseria material. Para el Papa, la miseria espiritual es la más grave, porque el hombre queda apartado de su fuente natural, que es Dios. Por eso escribe que « la miseria espiritual nos golpea mucho cuando nos alejamos de Dios y rechazamos su amor. Si consideramos que no necesitamos a Dios, que en Cristo nos tiende la mano, porque pensamos que nos bastamos a nosotros mismos, nos encaminamos por un camino de fracaso. Dios es el único que verdaderamente salva y libera ».

Por encima de los partidos políticos

El Crédito Social (CS) es una doctrina, una serie de principios expresados por vez primera por el oficial (mayor) e ingeniero C. H. Douglas en 1918.  La implementación de estos principios lograría que el organismo social y económico alcance de una manera efectiva su resultado apropiado, el mismo que es el servicio a las necesidades humanas.

El CS no creará ni los bienes ni las necesidades, pero eliminará cualquier obstáculo artificial entre los dos, entre producción y consumo, entre el trigo en los silos y el pan en la mesa.  El obstáculo ahora – por lo menos en los países desarrollados –es meramente de orden financiero, un obstáculo causado por el dinero.  Ahora, el sistema financiero no procede de Dios ni de la naturaleza. Establecido por los hombres, puede ajustarse para servir a los hombres y ya no más para causarles problemas.

Con este propósito, el CS presenta propuestas concretas. A pesar de ser muy simples, estas propuestas, sin embargo, implican una revolución real. El CS trae la visión de una nueva civilización, si por civilización se puede significar las relaciones del hombre con sus hermanos y las condiciones de vida, haciendo más fácil para cada uno el florecimiento de su personalidad.

Bajo un sistema de CS, ya no estaríamos batallando con problemas que son estrictamente financieros, los mismos que constantemente son una plaga en las administraciones públicas,  instituciones,  familias, y los cuales envenenan las relaciones entre los individuos.  Las finanzas no serían nada más que un sistema contable, expresando en cifras los valores relativos de los bienes y servicios, logrando de esta manera que sea más fácil la movilización y coordinación de las energías requeridas para los diferentes niveles de producción hacia el producto terminado, y distribuyendo a todos los consumidores los medios para que elijan libre e individualmente lo que sea más adecuado para ellos entre los productos que se ofrecen o que sean inmediatamente realizables.

Por primera vez en la historia, una seguridad económica, sin condiciones restrictivas, sería garantizada  a cada uno y a todos.  La pobreza material sería una cosa del pasado.  La ansiedad material con respecto al mañana desaparecería.  El pan estaría asegurado para todos, siempre que exista el suficiente trigo para hacer suficiente pan para todos.  Del mismo modo con todos los otros productos que son necesarios para la vida.

Cada ciudadano sería presentado con esta seguridad económica como un derecho al nacer, como un miembro de la comunidad, usufructuario a lo largo de su vida de un capital comunitario inmenso, que se ha convertido en un factor dominante de la producción moderna.  Este capital está formado, entre otras cosas, de los recursos naturales, que representan un bien colectivo; la vida en sociedad, con el incremento que resulta de eso; la suma de los descubrimientos, inventos, progreso tecnológico, que son como una herencia que constantemente se incrementa a través de las generaciones.

Este capital comunitario, que es tan productivo, traería para cada uno de sus copropietarios, o sea cada ciudadano, un dividendo periódico, desde la cuna hasta la tumba.  Y viendo el volumen de producción que se atribuye al capital común, el dividendo para cada uno debería ser por lo menos lo suficiente como para cubrir las necesidades básicas de la vida.  Este dividendo sería proporcionado además a aquellos que personalmente toman parte en la producción, sin prejuicio de sueldos, salarios u otras formas de recompensa.

De este modo, un ingreso ligado al individuo y ya no solamente ligado a su condición de empleado, lo protegería de la explotación por parte de otros seres humanos.  Con las necesidades básicas para la vida garantizadas, un hombre puede dedicarse a lo que es más importante para el: la salvación de su alma.

Liberados de las preocupaciones urgentes materiales, los hombres podrían dedicarse a sus actividades libres,  que son más creativas que el trabajo que se les ordena que realicen, y que hacen que se esfuercen hacia su propio desarrollo por medio del ejercicio de las funciones humanas que son superiores a aquellas de la función puramente económica. El obtener el pan de cada día ya no constituiría la ocupación absorbente de sus vidas.

Pero, a pesar de lo lógico, social y respetable para el ser humano que sean las proposiciones del CS, radicalmente se separan con conceptos que generalmente se reciben y consideran como tangibles e intangibles.

Es por este motivo que el CS no puede resultar de un simple cambio de partido en el poder. No se puede imponer una nueva civilización por medio de una elección. Primero se debe hacerla conocer, hacerla desear, y hacer que sea  buscada por la población.  Y en vista de que esto es una cuestión de una civilización de CS, digamos que primero se debe desarrollar una mentalidad de CS, ganar adeptos desde un punto de vista favorable a la visión presentada por el CS.

Por lo tanto, el problema no es incentivar un partido político, sino conseguir que el CS sea conocido y deseado.

Además, la misma concepción de un partido está en discrepancia con la filosofía del CS.  Los partidos políticos existen para tratar de obtener poder, y se encuentran en movimiento únicamente cuando la carrera por el poder se abre. En cambio el CS, distribuiría poder tan ampliamente como fuese posible entre todos los miembros de la sociedad:  el poder económico, por medio de un poder adquisitivo garantizado a cada individuo; el poder político, por medio de la consecución de que los Miembros del Parlamento sean los representantes reales de sus constituyentes, y no más los sirvientes de un partido.

Es muy importante que el electorado aprenda a expresar su voluntad común todo el tiempo.  Las decisiones que afectan las vidas de los ciudadanos son realizadas entre elecciones.  Para contentarse uno mismo con la votación por un candidato de un partido, luego para aceptar pasivamente cualquier cosa que se decida sin el consejo de aquellos que deben sobrellevar el costo de las decisiones, constituye una política pueril.